jueves, 9 de abril de 2009

CURANDEROS HUASTECOS (Gonzalo El Botánico Parte 1)


El domicilio de Gonzalo esta ubicado en el otrora floreciente pueblo petrolero de Ébano. Es fácil llegar hasta su casa pues está ubicada al final de la calle principal, que también conduce a la vieja estación del ferrocarril. No es complicado saber que la ruta hacia su domicilio es la adecuada, puesto que casi al llegar se encuentra una contaminada laguna en medio de la zona urbana, con restos de sedimentos y chapapote, reflejo de las florecientes actividades que ahí se desarrollaron en una época del tiempo, de la que sólo quedan como recuerdo los oxidados monumentos que simulan torres de excavación, colocados a la entrada del pueblo al lado del letrero que da la bienvenida, al lugar todavía denominado la cuna del petróleo.
Gonzalo es un médico botánico ampliamente conocido por los pobladores del lugar y por personas de ciudades lejanas que acuden a consultarlo de sus males. Su trabajo está legitimado por las autoridades de salud y de hacienda, pues después de tantos años de practicar esta actividad se encuentra legal y formalmente establecido, cumpliendo con todos los requerimientos y pagos fiscales que genera su actividad. Los números de registro y cédula que le permiten ofertar productos curativos al público, los tiene vistosamente anunciados en las paredes principales de su propiedad, para que no haya lugar a dudas de su formalidad y seriedad.
Antes de entrar a su consultorio las personas esperan en un espacio que ofrece una grata sensación de frescura, puesto que las bancas están colocadas bajo una frondosa y verde enredadera que se abate a lo largo y ancho de una estructura de madera, especialmente diseñada para este fin. Algunos de los que mas se desesperan por la tardanza de las consultas, caminan entre los árboles frutales que están al fondo de la propiedad, como si fuera un gran jardín y otros, merodean por los alrededores explorando los tristes vestigios de una laguna seca que por muchos años sirviera para alimentar a una gran parte de la gente del pueblo, y proporcionar alegrías a los chiquillos bañistas y que ahora, se encuentra tristemente desolada por consecuencia de la persistente contaminación y el duro estiaje de la región.
Al lado de la habitación que hace las veces de consultorio, tiene un espacio en que acomoda las medicinas y remedios sobre unos anaqueles que dan de frente a las personas que van llegando al lugar, tal como una tiendita de menjurjes y brebajes esotéricos; ahí se pueden observar cajas con preparados, jarabes, gotas, ungüentos, linimentos, capsulas de yerbas y un amplio surtido de medicinas naturistas que curan diversos padecimientos, previa prescripción que el mismo Gonzalo hace a sus pacientes.
Hubo un tiempo en que el mismo curandero preparaba los menjurjes y remedios que daba a sus pacientes, ahora con la llegada de la modernidad cuenta con un amplio directorio de proveedores que acuden hasta su casa para ofrecerle las últimas novedades del negocio.
Las curaciones que Gonzalo ofrece a sus pacientes son una mezcla de procedimientos espirituales que ha venido aprendiendo con los años, y postulados científicos de la medicina que empíricamente con auto estudio ha conocido. Esta combinación se muestra en una gran mesa rectangular colocada al centro de su consultorio, en la que tiene algunos elementos comunes de las artes espirituales como la fuente central en una pecera llena de agua, el baño que guarda las concentraciones de preparados herbolarios y una fotografía de Pancho Villa, entre otros; por otro lado están los libros de medicina moderna y algunas ilustraciones de gran tamaño que penden en las paredes, las cuales explican el funcionamiento de los sistemas óseo y de circulación del cuerpo humano.

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