En los días subsecuentes Betty regresó durante todas las tardes para recibir sus primeras lecciones, mediante las cuales aprendía de doña Mary los procedimientos correctos para aprovechar el don que se le dio para ayudar a los demás. Sin la autorización de sus padres y sin que se dieran cuenta, la visitaba continuamente ansiosa por aprender los secretos de esas habilidades hasta entonces desconocidas para ella y fue así como consecutivamente, se fueron revelando los secretos e imágenes del mundo espiritual que habitan los seres de luz que la ayudan en sus trabajos.
En el altar que ahora utiliza para apoyarse en sus curaciones constantemente mantiene encendidas varias veladoras de colores. Una de ellas por cierto, lucía negra en toda la pared del vaso de vidrio; esto por que según explica, es ahí donde se detienen todas las energías negativas que las personas que acuden a visitarle llevan consigo, es comparativamente, una especie de protección para su persona.
También se observa en el mismo altar una veladora de color amarillo la cual se encontraba consumida casi en su totalidad, pero a diferencia de la blanca, el vaso de vidrio estaba completamente transparente, limpio en toda su área, ello es por que esa veladora representa la armonía y la fuerza con que los espíritus la asisten en su vida y en su trabajo.
Los elementos que matizan su altar son una fotografía de Pancho Villa, un cuadro con la imagen de la santa muerte y una pintura de Jesucristo con Saint Germain, además de varias estampas de santos. Las curaciones o limpias que practica a sus pacientes, las hace dentro del pequeño cuarto, aunque también acude a curar algunos negocios o casas dentro y fuera de la ciudad.
El ritual con el que practica una limpia inicia con la colocación de cuatro veladoras ejemplificando los cuatro puntos cardinales; la persona interesada se coloca en medio de ellas y con un preparado especial de ramas de ruda o albacar, y acompañada de muchos rezos empieza a restregar las hierbas por todo el cuerpo. Una vez terminada esta etapa de la curación, y siguiendo con los rezos que no cesan durante toda la sesión, pasa por todo el cuerpo con suma delicadeza, un huevo de gallina de patio el que luego rompe y arroja su contenido dentro de un vaso de cristal con agua.
Es importante señalar que durante la práctica de estos procesos se percibe en todo el pequeño cuarto una gran energía que emana de ella, y que se transmite en cada uno de sus rezos y sus movimientos, a los que reciben sus limpias. La contundente fe que tiene en lo que hace se contagia al sentir el esfuerzo que realiza por completar satisfactoriamente la limpia, por alejar las malas vibraciones y por ayudar a que venga el bienestar y la tranquilidad a la vida de su paciente.
Una vez que concluye con esta extenuante tarea, Betty anota en una hoja de libreta la receta que complementará y en su caso, reforzará el efecto de la limpia. Las lociones y curaciones que por su cuenta deberá aplicarse cada paciente, quedan debidamente precisadas en la receta. Todos los ingredientes son fáciles de conseguir en tiendas esotéricas o de remedios y depende en gran medida de la fe continuada y disciplina del paciente, que se logre el efecto deseado en el trabajo.
Pero para poder llevar a cabo todo este tipo de ayudas a personas que generalmente acuden con muy malas vibraciones a su casa, es necesario que ella también se proteja y además proteja su hogar y para ello, pasa una buena parte del día haciendo oraciones y encomendándose a los seres de luz del mundo espiritual y a quien considera sus ancestros de la tribu chiu, que son apaches a los que llama sus chamanes; los representa en figuras de barro a los que cada día les ofrenda manzanas, veladoras, semillas y flores frescas del campo.
Betty es una fiel convencida de que la diferencia entre ella y cualquier persona que ha estudiado la cartomancia, es que en su caso simplemente recibe revelaciones por medio de las cartas a través de la concentración, y ve la vida de las personas como si fuera una película que surge de la nada en forma espontánea y ellos, los estudiados, descifran los signos de la baraja en relación con la posición y acomodo que va saliendo espontáneamente, como si se tratara de una guía o manual previamente elaborado.
También forma parte de un grupo de personas que continuamente se reúnen en torno a una tradición milenaria. Con la ayuda de un amigo antropólogo han construido en pleno corazón de la zona urbana de ciudad Valles un temazcall. Lo más difícil para ellos fue conseguir las piedras volcánicas que colocan en un hoyo en el centro de la construcción ya que fue necesario traerlas de otra parte del País; los materiales como el barro y el otate, todavía son fáciles de conseguir en esta región y es así como cada quince días se reúnen para la practica de esta milenaria tradición, que incluye el símbolo cósmico de la tortuga, el preparado de hierbas con que generan el vapor y la ceremonia de ofrecimiento del rito a la madre naturaleza.
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En el altar que ahora utiliza para apoyarse en sus curaciones constantemente mantiene encendidas varias veladoras de colores. Una de ellas por cierto, lucía negra en toda la pared del vaso de vidrio; esto por que según explica, es ahí donde se detienen todas las energías negativas que las personas que acuden a visitarle llevan consigo, es comparativamente, una especie de protección para su persona.
También se observa en el mismo altar una veladora de color amarillo la cual se encontraba consumida casi en su totalidad, pero a diferencia de la blanca, el vaso de vidrio estaba completamente transparente, limpio en toda su área, ello es por que esa veladora representa la armonía y la fuerza con que los espíritus la asisten en su vida y en su trabajo.
Los elementos que matizan su altar son una fotografía de Pancho Villa, un cuadro con la imagen de la santa muerte y una pintura de Jesucristo con Saint Germain, además de varias estampas de santos. Las curaciones o limpias que practica a sus pacientes, las hace dentro del pequeño cuarto, aunque también acude a curar algunos negocios o casas dentro y fuera de la ciudad.
El ritual con el que practica una limpia inicia con la colocación de cuatro veladoras ejemplificando los cuatro puntos cardinales; la persona interesada se coloca en medio de ellas y con un preparado especial de ramas de ruda o albacar, y acompañada de muchos rezos empieza a restregar las hierbas por todo el cuerpo. Una vez terminada esta etapa de la curación, y siguiendo con los rezos que no cesan durante toda la sesión, pasa por todo el cuerpo con suma delicadeza, un huevo de gallina de patio el que luego rompe y arroja su contenido dentro de un vaso de cristal con agua.
Es importante señalar que durante la práctica de estos procesos se percibe en todo el pequeño cuarto una gran energía que emana de ella, y que se transmite en cada uno de sus rezos y sus movimientos, a los que reciben sus limpias. La contundente fe que tiene en lo que hace se contagia al sentir el esfuerzo que realiza por completar satisfactoriamente la limpia, por alejar las malas vibraciones y por ayudar a que venga el bienestar y la tranquilidad a la vida de su paciente.
Una vez que concluye con esta extenuante tarea, Betty anota en una hoja de libreta la receta que complementará y en su caso, reforzará el efecto de la limpia. Las lociones y curaciones que por su cuenta deberá aplicarse cada paciente, quedan debidamente precisadas en la receta. Todos los ingredientes son fáciles de conseguir en tiendas esotéricas o de remedios y depende en gran medida de la fe continuada y disciplina del paciente, que se logre el efecto deseado en el trabajo.
Pero para poder llevar a cabo todo este tipo de ayudas a personas que generalmente acuden con muy malas vibraciones a su casa, es necesario que ella también se proteja y además proteja su hogar y para ello, pasa una buena parte del día haciendo oraciones y encomendándose a los seres de luz del mundo espiritual y a quien considera sus ancestros de la tribu chiu, que son apaches a los que llama sus chamanes; los representa en figuras de barro a los que cada día les ofrenda manzanas, veladoras, semillas y flores frescas del campo.
Betty es una fiel convencida de que la diferencia entre ella y cualquier persona que ha estudiado la cartomancia, es que en su caso simplemente recibe revelaciones por medio de las cartas a través de la concentración, y ve la vida de las personas como si fuera una película que surge de la nada en forma espontánea y ellos, los estudiados, descifran los signos de la baraja en relación con la posición y acomodo que va saliendo espontáneamente, como si se tratara de una guía o manual previamente elaborado.
También forma parte de un grupo de personas que continuamente se reúnen en torno a una tradición milenaria. Con la ayuda de un amigo antropólogo han construido en pleno corazón de la zona urbana de ciudad Valles un temazcall. Lo más difícil para ellos fue conseguir las piedras volcánicas que colocan en un hoyo en el centro de la construcción ya que fue necesario traerlas de otra parte del País; los materiales como el barro y el otate, todavía son fáciles de conseguir en esta región y es así como cada quince días se reúnen para la practica de esta milenaria tradición, que incluye el símbolo cósmico de la tortuga, el preparado de hierbas con que generan el vapor y la ceremonia de ofrecimiento del rito a la madre naturaleza.
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