domingo, 1 de marzo de 2009

CURANDEROS HUASTECOS: El Enfermero Vidente (Primera Parte)

Alfredo es un joven enfermero de profesión que además de ayudar a curar enfermos en un hospital para pacientes de escasos recursos, también tiene el don de sanar algunos males provocados por desajustes del alma y del espíritu. Su domicilio particular es ampliamente conocido en la populosa colonia Vista Hermosa de ciudad Valles, S.L.P. En el recibe a las personas que acuden en su busca para ponerse inyecciones, suero o curaciones en heridas simples; pero también atiende en un pequeño cuarto de otate y lámina que se encuentra en la parte posterior de su casa, a los pacientes que requieren de sus dones especiales para ser curados de males mucho más complicados que una herida; de males que solo el puede ver y que se curan con magia, esoterismo y algo de psicología, como el mismo Alfredo refiere.
Como en muchos casos sucede, el don con el que observa los males de sus pacientes le fue heredado de sus abuelos; toda su familia ha sido una gran cadena de videntes y curanderos que se han dedicado durante muchas generaciones a ayudar a personas con métodos naturales, como hierbas y preparados con materias primas que consigue de la madre naturaleza, y cuyas recetas prepara gracias a los ancestrales conocimientos que le transmitió su familia.
La fuerza de sus curaciones se basa en la espiritualidad con la que ha conseguido conectarse a ese mundo paralelo, gracias al don y a la energía positiva que le ha dado Dios, como el asegura; mediante mensajes que han venido a su mente principalmente a través de los sueños, es como ha podido ayudar a cientos de personas que durante un poco mas de diez años, en los que ha desarrollado sus facultades, han acudido en busca de su ayuda.
Alfredo sostiene que muchas de las enfermedades de sus pacientes han sido provocadas por energías negativas que les envían espíritus que rondan el ambiente, o por personas mal intencionadas que buscan dañarlos por circunstancias ajenas a su voluntad y principalmente, por la debilidad de la mente y la poca fe en las fuerzas divinas.
Dentro del cuartito donde ejerce las prácticas espirituales, tiene una pequeña mesa cubierta con terciopelo rojo sobre el que despliega las cartas de la baraja, método que utiliza para ver lo que los demás no vemos. Se sienta ceremonioso frente a su paciente y después de un breve rito de acomodo de la baraja voltea las cartas poco a poco por el lado de las figuras, y empieza a describir lo que le revelan en torno al presente, el pasado y el futuro. A su lado izquierdo tiene otra mesa sobre la que se observan algunas veladoras encendidas, así como una gran imagen de la Virgen de Guadalupe, algunas figuras pequeñas de santos diversos y una muy especial para el, que resalta de entre todas ellas, y que es la santa muerte. A sus espaldas cuelga de la pared un cuadro de buen tamaño en detalles oscuros con la imagen de ella misma, la que lo ayuda en las curaciones y milagros que consigue para apoyar a las personas que los necesitan, la que Alfredo con gran cariño y respeto llama su santita.
Recuerda que cuando era pequeño y comenzaron sus primeras revelaciones, sintió mucho miedo por lo que hasta ese momento desconocía, pero ha sido con su enorme fe y sus ganas de ayudar a los demás, como ha podido adquirir toda la experiencia en estas artes, que es finalmente lo que le permite hacerlo con seguridad y confianza; relata convencido que practica auto expulsiones para arrojar toda la energía negativa que a veces le transmiten sus pacientes y que no permite que dañen a sus seres queridos o sus hijos, que viven en la misma casa donde ejerce las curaciones espirituales.

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