martes, 20 de enero de 2009

EL CURANDERO JUAN CARLOS SONI (Parte 3)

Inmediatamente después de su nacimiento fue entregado a los cuidados y custodia de su abuela; desde pequeño le asignó labores sencillas como machacar las hierbas curativas, embasar las hojas seleccionadas o acompañarla a la sierra en busca de algunos remedios, transportándolo en una pequeña silla de madera que pendía de sus espaldas sujeta por un mecapal, y con la que pudo convivir hasta el día de su muerte. Una vez que tuvo uso de razón experimentó sentimientos encontrados al sentir que su niñez se iba demasiado rápido por trabajar todo el día en la herbolaria, sin tener la oportunidad de jugar con los demás niños de su edad, por lo que su primera reacción al entenderlo fue repudiar con enojo la habilidad innata con la que vino al mundo, hasta que comprendió que todas sus pérdidas las ha compensado esa noble misión de ayudar con sus remedios y curaciones a los mas necesitados; llegó a sentir cierta vergüenza cuando en sus inicios los compañeros de escuela que sabían de sus dones, lo consultaban sobre enfermedades comunes como la diarrea o la gripe que con simples remedios herbolarios, les curaba fácilmente abandonando por ello un tiempo esas prácticas. Recuerda con tristeza que en algún momento de su juventud cayó gravemente enfermo en cama, y fue llevado por su padre con una afamada curandera que vive en el municipio de San Vicente Tancuayalab, quién después de revisarlo a conciencia les explicó que la enfermedad se alojaba en su cuerpo debido a que era poseedor de dones especiales para la curación, los cuales tenía que practicar de inmediato pues de lo contrario se agravaría su situación, más aún cuando el espíritu de una mujer estaba molesta por que no desarrollaba las habilidades que le fueron heredadas por mandato familiar ancestral; pasados algunos meses a partir de ese acontecimiento sin observar mejoría en el, decidió empezar a curar, primero lo hizo en secreto con algunos conocidos de su familia y con el apercibimiento de que nadie se enterara, pues aún tenia cierto temor y vergüenza, fundamentalmente por que en la actualidad quienes practican curaciones tradicionales son tachados de brujos; pasados los días lo fue superando y así inició su trabajo abiertamente recibiendo a muchas personas que necesitadas de ayuda llegan en su busca.
Las curaciones mágicas que actualmente practica están basadas en el cariño y respeto que le inculcaron desde pequeño por la madre naturaleza. En el exuberante jardín que rodea su casa, constantemente oferta su respeto y sus cuidados a las plantas que con mucha paciencia ha venido cultivando desde hace años, y de las que ahora conoce muy ampliamente sus propiedades y variedades. Se ha convertido en un apasionado del cultivo de las orquídeas y las tiene de muchas formas y orígenes. Siempre recuerda como su abuela lo enviaba en busca de algunas variedades curativas, con el apercibimiento de traerlas de ciertos lugares especiales, por ejemplo cuando buscaba la hierba del chacloc, utilizada para los males estomacales, esta tenía que ser específicamente la que crecía en mitad del cerro y no la que se encontraba en la orilla del arroyo; o algunas arbóreas que debían ser cortadas exclusivamente al amanecer o únicamente en tiempo de luna llena, o sólo de noche en algunos casos. Lo cierto es que esas condiciones especiales lo llevaron algunas veces a la desesperación, hasta que muchos años después comprendió las razones de su abuela, cuando supo que la tierra varía naturalmente las condiciones de todo lo que en ella crece y se desarrolla.
Fue así como lo inició en el estudio y conocimiento de los secretos herbolarios. Fue así como entendió que de la Yuca por ejemplo, que es un tubérculo muy consumido en las comunidades indígenas, solo se puede comer la carne del interior mas no sus cáscaras pues contienen sustancias tóxicas que podrían matar a un animal de mediano peso; o que los pemuches de color rojo se pueden comer guisados y los de color de rosa causan vómito a quien los ingiere; que la bugambilia morada sirve para controlar la tos y la blanca para las hemorragias y en fin, que quien domina los secretos de la herbolaria sabe que de algunas plantas se aprovecha la semilla para curar, de otras variedades las hojas y de algunas de ellas las flores; valorando ese aprendizaje como el verdadero tesoro de la herbolaria pues ahora sabe después de muchos años de práctica, que algunos libros de botánica sólo describen propiedades de las plantas de manera general, y no con su exacta aplicación y manejo, de ahí la gran diferencia entre leer un manual de hierbas curativas y conocer los secretos antiguos de la herbolaria.

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