miércoles, 14 de enero de 2009

EL BOTANICO BETO RAMON (Domingo Ramon Guadalupe Parte 3)


Por El Chaman
Al pie del edificio mayor está el acceso a una plaza de descanso donde hay algunas bancas adornadas con motivos huastecos, uniformemente alienadas en derredor de una escultura en concreto que representa al árbol del xoloxchótil, figura favorita del legendario médico botánico; es en ese espacio donde se colocó la tumba en la que yacen los restos del extinto Beto Ramón, dentro de un cajón de concreto forrado de mármol construido inmediatamente después de su muerte. En el techo del espacio que ocupa la tumba, hay una bóveda en la que está plasmado un mural con el dibujo de una imagen que parece ser Jesucristo protegiendo al botánico. Al lado de donde ahora yacen sus restos hay una estatua fundida en metal a tamaño real de su persona, tal como se le recuerda cuando aún estaba en este mundo. Los moradores del lugar procuran siempre tener copal encendido en una vasija de barro tradicional, coronas de flores, así como algunas veladoras con las que pretenden mantener purificado su recuerdo.

En la parte posterior de la propiedad hay un espacio amplio que se utiliza como estacionamiento interior, el cual está unido a la entrada principal por un túnel en ascenso; está rodeado por algunos edificios como la iglesia de tres torres y tres campanarios que el botánico construyó para ser visitada por todos los miembros de su comunidad, así como por los pacientes que con el acudían a ser tratados, pues mantuvo en todo momento de su vida un gran apego a la religión; las paredes exteriores de esta iglesia son también en colores pastel y en el interior se destaca una imagen del señor de la salud; en uno de sus flancos hay una sala grande de espera y al fondo de la misma la puerta de entrada al consultorio donde el botánico atendió a muchos pacientes, y que ahora es utilizado para los mismos fines por su hijo Armando Ramón, quien mantiene el legado de su padre; además de otros edificios donde funciona la farmacia general, una tienda de abarrotes, un restaurante y varios sanitarios.

Un detalle que vale la pena destacar, es que sobre las paredes de la farmacia y la sala de espera están colgados coloridos carteles que anuncian el nombre de las plantas medicinales que se ofrecen en ese lugar, así como la descripción precisa de las enfermedades que se busca curar con ellas; igualmente los jarabes, concentrados y pomadas que también se promocionan de la misma manera, como los remedios destinados a tratar muchos males y enfermedades, y que van desde simples infecciones de garganta hasta delicados cuadros de infertilidad en el hombre y la mujer.

En el interior de esta sala de espera se puede leer una leyenda con la que Beto Ramón plasmó el sentido con el que concebía a la medicina:
vivimos en una era de progresos materiales y mecánicos que contribuyen a lograr la vida, facilitar el trabajo y sin embargo nuestra actitud hacia las enfermedades y con respecto a lo que se debe hacer para combatirlas no ha cambiado mucho, seguimos dominados por el deseo de vivir como mas nos agrada”


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