jueves, 15 de enero de 2009

EL BOTANICO BETO RAMON (Domingo Ramon Guadalupe Parte 4)

ARBOL DEL XOLOXCHOTIL
Justo frente a la puerta de entrada al consultorio de Beto Ramón se alinean varias filas de sillas fabricadas en madera de cedro, que inician al lado de un escritorio en donde se encuentra la persona que recibe y ordena el turno de los pacientes, todo ello observado constantemente desde el interior del consultorio mediante un circuito cerrado de televisión.


Acceder al recinto en el que durante muchas décadas Beto Ramón vio llegar a miles de pacientes cargando con sus enfermedades en busca de una milagrosa cura, es una experiencia que bien vale la pena disfrutar. Los muebles y marcos de maderas preciosas que decoran el consultorio, contrastan con una alfombra exquisitamente armonizada con el entorno; en las paredes se enmarcan muchas imágenes que recuerdan la vida del botánico; en algunas fotografías aparece al lado de personajes importantes del ambiente político y el espectáculo, así como de pacientes que se puede percibir llegaron a consultarlo con males de gran dificultad; ellas muestran la historia del extinto Beto Ramón como en una de tantas en que posa al lado del ex Gobernador Gonzalo Martínez Corbalá, o en otra más donde se ve su debilucha figura abrazado de un joven al que se le puede fácilmente calcular un peso corporal de 250 kilos y que también, habría sido uno de los grandes retos que superó en su trayectoria de botánico.

A Beto Ramón lo recuerdan sus hijos como un hombre recto y muy duro en la aplicación de la disciplina que utilizó para educarlos, la convivencia con ellos fue constante pues lo acompañaron desde pequeños en el trabajo diario de recibir a los 150 pacientes que en promedio acudían en busca de su ayuda. Las recetas curativas con que se siguen elaborando las pomadas, jarabes, cremas, cápsulas, gotas y en general, todos los productos con los que se tratan diversas enfermedades en el laboratorio que ahí mismo funciona desde hace muchos años, fueron heredadas por descendencia familiar, cuya cadena inicio el mismo abuelo del extinto Beto Ramón. Todos los preparados son elaborados artesanalmente a base de plantas naturales de la región y de otras partes del país, de donde son traídas para el mismo fin. En cada recipiente donde son embasados estos productos medicinales, se leen claramente las instrucciones de uso y las recomendaciones para evitar su abuso, pues se asocian con las prescripciones contenidas en las recetas para cada caso en particular, después de una breve entrevista en el consultorio.
Es el hijo menor de Beto Ramón, Armando, quien ahora sustituye a su padre en estas artes y cada día, recibe a los pacientes que acuden en busca de ayuda. Armando tiene la experiencia de muchos años de trabajo al lado de su extinto progenitor. Se inició en el conocimiento de la herbolaria al cumplir los 16 años de edad, los que ahora combina con conocimientos de medicina alópata, cuando mostró que tenía el don que se necesita para curar; desde entonces trata de hacer todo lo relacionado con estas prácticas con mucho empeño y respeto, pues de esa manera dice honrar la memoria de su extinto guía y maestro.

La importante empresa en que ahora se convirtió la actividad que un día iniciara individualmente Beto Ramón, subsiste aún después de su muerte, aquel 15 de Noviembre del año 2004. Este centro de curaciones botánicas es también una fuente de trabajo que sirve de sustento a 120 familias de la comunidad, sus descendientes pretenden que siga funcionando mientras haya personas que requieran de la medicina herbolaria para combatir sus males. Están convencidos de que el preciso y fiel seguimiento a las formas y recetas dejadas por Beto Ramón y sus plantas medicinales Santo Domingo, son la clave del éxito que este mágico lugar deberá seguir manteniendo a través de las generaciones y su paso por estas tierras.

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